Soy
bastante mitómano y durante mucho tiempo he sentido una gran predilección por
el cine francés de los años sesenta y setenta. Otra de mis debilidades
confesables son las chicas de pelo corto,
una moda muy sixties que popularizaron entre Twiggy y Mia Farrow. Por último, otra de las cosas
que desde siempre más me han fascinado y atraído son las historias que irremisiblemente
conducen a la perdición, pero que permanecen envueltas en un halo de dramático
romanticismo.
Pues bien,
conjugar estas pasiones en una única persona aparentemente no resulta una tarea fácil,
pero resulta que sí. Porque sin lugar a dudas, una de las historias más
trágicas del cine es la de esta belleza frágil de personalidad sensible que fue
la indiscutible imagen de la Nouvelle Vague y que con su muerte dejó a un lado
su condición humana para trascender a la inmortal categoría de mito.
Nacida en
un pueblo desconocido del interior de EEUU, la vida de Jean Seberg cambió para
siempre cuando, siendo estudiante de la Universidad de Iowa, fue ser elegida
por Otto Preminger para dar vida a Juana de Arco entre más de 18.000
aspirantes.
A partir
de entonces daría inicio a una fulgurante carrera que rápidamente le llevaría a
Francia, donde rodará su segunda película también con Preminger, “Bonjour tristesse”, adaptación de una
exitosa novela. Con su tercera película alcanzará fama mundial y pasará a ser considerada un mito
viviente, entrando en la historia del cine con tan
sólo 21 años gracias su papel protagonista en la primera gran
obra de Jean Luc Godard, “Al final de la
escapada”, innovadora película de culto que supuso el paso a la
modernidad del cine francés y el pistoletazo de salida para el definitivo
despegue de la Nouvelle Vague.
Parte del enorme impacto mediático del film se sostenía sobre la rompedora imagen de su protagonista, que con su pelo corto, aspecto andrógino y una actitud muy independiente respecto a los hombres estaba configurando el nuevo modelo de mujer que alumbraría la década de los sesenta.
El
arrollador éxito que obtiene JLG con su película convierte a Jean Seberg en un
icono mundial del cine y de la moda gracias
a su fresca y magnética presencia, lo que le
llevaría a frecuentar los ambientes más selectos de la bohemia norteamericana y
francesa. Se movía con soltura entre intelectuales y miembros de la izquierda
radical. Pero pese a la
seguridad que aparentaba y a su seductora belleza, Jean Seberg era insegura y
sobretodo, muy compleja. Parecía estar necesitada de protección y por eso se
refugiaba en múltiples relaciones fugaces. También tenía algo de desquiciada y
poseía un perturbador lado oscuro que era acrecentado por el consumo de
sustancias tóxicas. En fin, no es de extrañar que tuviera muchos amantes, y que
todas sus relaciones estuviera trufadas de los mismos ingredientes: drogas,
pasión desatada, locura y celos.
Con tan solo
24 años, y ya separada, nuevamente contrae matrimonio con Romain Gary, un
escritor francés de origen ruso que le dobla la edad. Con él mantendrá una
relación de amor caracterizada por las idas y venidas, que durará prácticamente
diez años. Gary ejercerá de padre y de amante de la joven Jean Seberg.
Consentirá muchos de sus affaires amorosos hasta que finalmente se separen. A
pesar de todo, de las infidelidades, del tiempo pasado y de los reproches, siempre
que Jean tenía problemas acudiría a refugiarse en los brazos de Gary.
Como he
señalado anteriormente, era una asidua de fiestas de la izquierda chic de EEUU, con
la que simpatizaba. Destacó por su radical defensa de la minoría negra
estadounidense y por su apoyo tanto público como financiero a la causa del
Poder Negro. En una de esas fiestas de la “Gauche
Divine” conoció a Huey P. Newton, uno de los líderes de los Black Panthers grupo nacionalista negro de autodefensa considerado como terrorista por la CIA
y el FBI.
Su relación con el miembro de los Panteras le
causará muchos problemas. Será vigilada y presionada por el FBI, que la consideraba una espía al servicio de una potencia extranjera y por si fuera poco, sufrirá una
vergonzosa campaña de desprestigio por parte de los sectores más reaccionarios
del Hollywood de la época. Acosada por la policía y por los medios, finalmente y tras una larga temporada en los
EEUU, regresará embarazada a Francia junto a su tercer marido.
Durante su
período de gestación, una sucia estrategia de difamación dirigida por el FBI se
encargará de propagar el rumor de que el padre de la criatura era el líder de
los Panteras Negras Huey P. Newton. Este hecho le reportaría graves problemas
en una sociedad tan racista y reaccionaria como la estadounidense, muy poco
acostumbrada a las relaciones interraciales y aún menos si además de negro el
sujeto era comunista y revolucionario. Finalmente dará a luz en Francia una
niña blanca, de nombre Nina, fruto de su relación con el escritor mexicano
Carlos Fuentes. Pero tristemente la niña fallecerá a los dos días de nacer y ésta
tragedia la dejará muy tocada. Tras el funeral de Nina, durante el cual la niña
será exhibida en un féretro transparente para que todos pudieran ver que la
criatura era blanca, cayó en una profunda depresión de la que apenas se
recuperaría, pasando los últimos años de su vida navegando entre una deriva de
películas de baja calidad, psiquiátricos, intentos de suicidio, barbitúricos y alcohol.
Huyendo de
todo y de todos, para acallar su dolor se refugió nuevamente en la efímera felicidad que concede la heroína.
Todo indicaba que acababa de iniciar una
carrera hacia el abismo. Así fue. La
continua espiral de depresión, alcohol y drogas en la que había caído le
condujo a una locura autodestructiva que duraría varios años. Así hasta que
el fatídico desenlace terminó por llegar. De este modo en 1979, tras varios
días desaparecida, su cuerpo apareció sin vida en el interior de su coche en un
suburbio parisino. La encontraron envuelta en un poncho, con quemaduras de
cigarrillos en su cuerpo y una nota de suicidio a sus pies. Sólo tenía 40 años.
No era la primera vez que lo intentaba, una semana antes había intentado
arrojarse a las vías del metro de París, siendo salvada in extremis por un pasajero.
La
autopsia realizada a su cadáver determinó que una sobredosis de barbitúricos
había terminado con su vida.
Descansa enterrada en el cementerio de Montparnasse de París.
A los 16
meses de la muerte de Jean Seberg se suicidó su ex-marido y principal apoyo en los momentos duros, el escritor Romain Gary.
En la vida de Jean Seberg todo ocurrió muy deprisa, fue como estrella fugaz que brilla intensamente durante un breve lapso de tiempo para luego apagarse en la eternidad. Pero todos los que han sido testigos del fulgor que una estrella desprende a su paso tardan en olvidarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario