Desde mi humilde opinión la única cosa más sexy que una chica portando un fusil es una chica agarrada a una guitarra o a un micro. El problema es que el mundo del Rock & Roll, al igual que el mundo de la guerra, es un universo
eminentemente masculino. Una falocracia que deja muy poco espacio para las
mujeres.
Las excepciones de féminas que alcanzaron cierta notoriedad en el
mundillo de la distorsión sonora son contadas. Así fue hasta el nacimiento del
punk y la posterior aparición en los años ‘90 del movimiento de las aguerridas
Riot Grrrls, con su mensaje cargado de reivindicación feminista.
De este modo, la representación
simbólica de la mujer en el mundo del
rock se ha construído sobre un modelo clásico conformado por dos estereotipos
básicos, un modelo de transición y un tercer modelo adicional que aparecerá en
la escena independiente, al margen de la gran industria musical y que servirá
de contra-modelo a los arquetipos clásicos.
En resumen, las mujeres en el mundo del rock se podrían clasificar en:
Modelo Clásico
1. Mujeres objeto.
Una cachonda al frente de un grupo masculino. Blondie.
2. Artistas prefabricadas.
Grupo de muñequitas con roles definidos. The Runnaways.
Modelo de Transición Artistas con personalidad propia. Punkies y derivados con discurso. Patti Smith.
Contra-Modelo
Castradoras peligrosas. Riot Grrrls, con Bikini Kill a la cabeza.
Pero como en toda norma, en el
mundo de las mujeres rockeras siempre hay excepciones que se escapan del clásico
molde configurado en torno a lo que de ellas se espera.
Tal vez la primera mujer que rompió
con ese esquema clásico que encorsetaba a las mujeres fuese Wanda Jackson, la gran
dama del Rockabilly. Rompía moldes, pero no dejaba de ser una especie de respuesta
femenina a Elvis.
La verdadera transformación del
universo musical femenino se gestó a finales de los ´70 con la eclosión del punk. El estallido punk y su desafío a toda
norma establecida modifcó el rol de la mujer en los grupos de rock. Pero bueno,
el punk no dejaba de ser una ruptura con todo lo anterior. Esta fractura
provocó que desde finales de la década de los setenta comenzaran a entrar en
escena multitud de artistas y grupos femeninos con una marcada personalidad.
Un
auténtico estallido de artistas y grupos que desde un lado y otro del Atlántico
que mostraban su feminidad de una manera hasta entonces nunca vista en la
industria del rock como Patti Smith, Siouxie Sioux, Poly Styrene, Kim Gordon, Chrissie Hynde,
Exenne Cervenka, The Slits, The Raincoats, Au Pairs...
Una generación de mujeres que
sentaría las bases del movimiento de las Chicas Revoltosas. El grupo femenino
clave del movimiento es probable que sean las británicas The Slits y la mujer
más emblemática es, claro está, la madrina del punk, Patti Smith.
El caso de las Riot Girrls es ir un
paso más allá. Se trata una vuelta de tuerca aún más radical y concienciada que
el punk. Su mensaje es de puro y duro feminismo envuelto en hardcore para
hacerlo más digerible.
La temática de grupos como Bikini Kill, Huggy Bear,
Calamity Jane, L7 o Babes in Toyland tienen una marcada lectura de género, girando
sus letras en torno al sexismo de una sociedad machista, los abusos contra
mujeres, la crítica al patriarcado y la necesidad de empoderamiento femenino.
No, no van de broma estas chicas.
Pero sin ningún género de duda, mi chica
favorita del mundillo del rock es Poison Ivy.
Perteneciente al modelo de
transición, ella es la verdadera reina de las tinieblas del rock, con el
permiso de Siouxsie. La definitiva viuda negra del psychobilly. Desde que
escuché a los Cramps por primera vez y
la ví en escena, caí ciegamente rendido ante sus encantos.
Su enigmática belleza me
estremeció. También su estilo retro de pin-up del Averno, su rizada cabellera
rojiza de medusa, sus vestidos negros ajustados y sus afilados zapatos de tacón…
Pese a que pueda parecer lo
contrario, Poison Ivy no se reduce únicamente a una poderosa imagen, era una
pieza básica en el engranaje de los Cramps.
Cerebro musical del grupo, letrista, compositora y arreglista, además de una impertérrita
máquina de escupir riffs de punkabilly parapetada tras preciosa guitarra
Gretsch.
Ivy Rorschach fue la gran revitalizadora
junto a Lux Interior, su alma gemela, del rockabilly más underground-bizarro de
los ´50 y del garaje más desfasado de los ´60. La pareja, que se conoció en un
curso de chamanismo, eran unos enormes coleccionistas de cultura serie B.
Películas, cómics y música, todas esas influencias se dejan ver en sus letras y
composiciones. Sus discos rebosan multitud de versiones de artistas
desconocidos, todas ellas recubiertas de una espesa capa de oscuridad y
distorsión. Sus letras están plagadas de sadomasoquismo, mutantes, hombres lobo
adolescentes, asesinos en serie, platillos volantes, zombies, monstruos de
ciencia ficción, paganismo y mucho, mucho rock and roll...
Por todo esto que cuento, a mí me pasó como a
Kid Congo Powers y Jeffrey Lee Pierce, fui otra víctima de su hechizo.
Poison Ivy, my R&R girl…
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