martes, 10 de febrero de 2015

ANTONIO DAS MORTES. UN WESTERN MARXISTA


La semana pasada, el típico día de lluvia y frío en el que no se te ocurre otro mejor plan para pasar el día que ver una película refugiado en el salón de tu casa, disfruté de lo lindo con un film del director de cine brasileño Glauber Rocha.
Glauber Rocha es quizá el máximo exponente de lo que vino en llamarse Cinema Novo Brasileño, movimiento cinematográfico de los años 60 que conjuga en un sus obras una mezcla de Neorrealismo italiano y Novelle Vague francesa. Simplificando, podría explicarse que la obra de Rocha es cine de denuncia social, rodado en exteriores y con una cierta querencia por el arte y ensayo. Es decir, una apuesta cinematográfica arriesgada y bastante alejada de los cánones comerciales, pero con un profundo calado político de cariz marcadamente marxista.   
Pues bien, como iba diciendo, la semana pasada ví una de sus obras más emblemáticas, Antonio das Mortes. También conocida con un nombre algo más presuntuoso, pero mucho más revelador de lo que el film iba a mostrar, El Dragón de la Maldad contra el Santo Guerrero. Se trata de un film que valió a su director el premio al mejor realizador en el Festival de Cannes de 1.969 y hace las veces de una especie de continuación de su anterior obra, la emblemática Dios y el Diablo en la Tierra del Sol.
La película se desarrolla en la región Nordestina del Sertão, una árida zona de Brasil caracterizada por el latifundio, la sequía y la miseria del campesinado sin tierras. Además, el Sertão  también es conocido por ser el feudo de los cangaceiros, una especie de bandoleros que se oponían al poder de los terratenientes y que se ganaban la vida asaltando haciendas hasta que fueron exterminados en los años 30 por el irrefrenable avance del Estado. Ésta gente contaba con el apoyo de una masa de desheredados que veían como única salida a sus miserables vidas unirse al cangaço para ejercer presión y reclamar el reparto de las tierras que acumulaban en su poder los fazendeiros, auténticos señores feudales del Sertão.
El film narra las aventuras de Antonio das Mortes, un legendario mercenario al servicio de los terratenientes en su lucha contra los cangaceiros. Das Mortes es un personaje que melancólicamente deambula de cantina en cantina contando su triste historia a todo aquel que la quiera escuchar, porque con el exterminio de las bandas de Lampiao y  Corisco, últimos líderes del cangaço, su vida no tiene sentido pues ya no tiene enemigos a los que combatir. Pero todo cambia cuando es contratado por el coronel, un fazendeiro ciego que reclama sus servicios ante la aparición en su hacienda de un grupo de campesinos que, dirigidos por un cangaceiro, reclaman pan, tierra y justicia. En la hacienda también hay un maestro que pasa la mayor parte del tiempo en la cantina bebiendo y discutiendo de política con el administrador, pero que también tiene tiempo para hablar a los niños sobre los cangaceiros y la historia de Brasil. Antonio Das Mortes tras llegar a la hacienda del coronel tardará muy poco en encontrarse con Coirana, una especie de mesías del Sertao que habla con parábolas y que se reclama sucesor de Corisco y Lampiao. El visionario Coirana arrastra tras de sí a una masa de campesinos, negros e indios. Un heterogéneo grupo de desheredados de la tierra que le siguen y respetan, abrazando la fe de una especie de culto milenarista transformado en revuelta campesina.
Das Mortes no tarda en descubrirse ante Coirana como el asesino de Lampião y Corisco, como el azote de los cangaceiros. El bandido al escuchar esto le reta a un duelo en el que Antonio Das Mortes derrota a Coirana, hiriéndolo de gravedad.
Durante la agonía de Coirana Das Mortes tiene varios encuentros con Bárbara, la sacerdotisa del culto, que ahora dirige a los desharrapados tras el sacrificio del bandido. Las conversaciones que mantiene con Antonio transforman al asesino de cangacerios, al mercenario contratado por el poder para hacer frente a la rebelión popular. Comprende que está sirviendo a perpetuar la opresión y la miseria de sus vecinos, que la causa de los sin tierra es una causa justa. Entonces, sufre una especie de crisis moral y comprende que sólo puede alcanzar la redención uniéndose al ejército del pueblo. Das Mortes se pasa al enemigo, porque toma conciencia de quiénes son los opresores y quiénes los oprimidos, negándose a acatar las órdenes del coronel de exterminar al campesinado que se ha rebelado contra su poder.
Ante este desacato y temeroso de una nueva revuelta campesina, el coronel contrata a un nuevo mercenario, Mata Vaca, que comanda una especie de escuadrón de la muerte que viene  de sembrar el terror en Minas Gerais y con el que piensa exterminar a los revoltosos que han osado a reclamar tierras y justicia.
Tras su reconversión, Das Mortes acude junto al profesor del pueblo ante el cadáver de Coirana, que ha sido abandonado en un árbol en una especie de metafórica crucifixión…       
Allí, bajo la cruz, el profesor alcohólico y el mercenario toman conciencia de su papel en la historia...Y se levantan en armas contra el hacendado acompañados de los últimos restos del ejército de Coirana. Antonio das Mortes con las armas y el maestro con la palabra. Juntos se enfrentarán al comando de Mata Vaca y al poder del hacendado.
Podríamos considerar al film como un reflejo de la explosiva situación sociopolítica que en aquellos precisos instantes estaba viviendo toda Latinoamérica, un auténtico polvorín a causa del inexorable avance de los movimientos populares guerrilleros levantados en armas contra el Imperialismo y la opresión.
Brasil era uno de los escenarios más importantes donde se estaba desarrollando esa lucha. Con el país sometido a la brutal represión de una dictadura militar que sufría los embates de la guerrilla urbana y de los múltiples grupúsculos guevaristas, así como las reclamaciones de una reforma agraria justa por parte del campesinado sin tierra. Por tanto, es evidente que desde esta perspectiva hipotética, la hacienda donde se desarrolla la película bien podría simbolizar una metáfora del país y de la lucha de clases en la que en ese preciso instante se hallaba inmerso el gigante latinoamericano.
Campesinos sin tierra y negros representarían las clases sociales oprimidas por el poder del latifundio, personalizado en la simbólica figura de un terrateniente ciego. Ciego ante el declive del poder de los fazendeiros, ciego ante las reclamaciones de los campesinos sin tierra, ciego ante el irrefrenable impulso de la historia…Pero consciente del uso de la fuerza como mecanismo con el que poner freno a las reclamaciones campesinas. Es el retrato de un hombre que forma parte de un mundo que se desmorona, el de la aristocracia rural, pero que aún tiene fuerza. Por otro lado, en el filme también tiene una gran importancia el personaje de su administrador, representante de la clase política. Se trata de un hombre no apegado a la violencia y partidario del diálogo y las concesiones antes de que la rebelión campesina les lleve a perderlo todo. La vieja estrategia de las clases dirigentes cuando se ven superadas por los acontecimientos: que todo cambie para que todo siga igual. Por último, el personaje del maestro representaría el papel de los  intelectuales como portavoces de la revolución, a través del recurso de la cultura y de la educación como herramientas liberadoras frente a la opresión.
La música y los colores, sobre todo el rojo, adquieren un papel relevante a lo largo del film.  Los tambores, la percusión africana y los cantos acompañan a Coirana y su ejército de desharrapados cada vez que éste entre en escena. Del mismo modo, la música sertaneja que narra, a modo de cantares de gesta, las legendarias aventuras de los cangaceiros  sirve como banda sonora antes de los momentos más épicos de la película. 
Además, todo el filme está impregnado de la fuerte religiosidad pagana que envuelve al movimiento campesino, con sus estandartes, sus cantos y sus sacerdotes. En este aspecto, destaca  el papel del negro Antoão, pero sobre todo el de Bárbara, la Santa o suma Sacerdotisa del culto, vestida siempre de un blanco inmaculado…
Concluyendo, te crees que vas a pasar la tarde visionando una película que simplemente es un western trasladado al Nordeste brasileño. Sin embargo, rápidamente te das cuenta de que bajo la inofensiva apariencia de un desnudo western de tono documental y conjugando misticismo, política, folklore y arte, la película trata de algunos de los problemas más profundamente arraigados en la sociedad brasileña. La relación entre terratenientes y campesinos, la desigualdad y la explotación, la pobreza y la miseria, el empleo de la violencia para sofocar las reclamaciones campesinas, el papel de la política para perpetuar el sistema de dominación, la educación como herramienta revolucionaria…En definitiva, la película es un fiel reflejo de la conflictiva situación que en aquellos instantes vivía Brasil y toda América Latina, una realidad social que irremisiblemente parecía conducir al enfrentamiento definitivo entre explotadores y explotados.





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