lunes, 2 de febrero de 2015

SWEET JEAN


Soy bastante mitómano y durante mucho tiempo he sentido una gran predilección por el cine francés de los años sesenta y setenta. Otra de mis debilidades confesables son las chicas  de pelo corto, una moda muy sixties que popularizaron entre Twiggy y Mia Farrow. Por último, otra de las cosas que desde siempre más me han fascinado y atraído son las historias que irremisiblemente conducen a la perdición, pero que permanecen envueltas en un halo de dramático romanticismo.
Pues bien, conjugar estas pasiones en una única persona aparentemente no resulta una tarea fácil, pero resulta que sí. Porque sin lugar a dudas, una de las historias más trágicas del cine es la de esta belleza frágil de personalidad sensible que fue la indiscutible imagen de la Nouvelle Vague y que con su muerte dejó a un lado su condición humana para trascender a la inmortal categoría de mito. 

Nacida en un pueblo desconocido del interior de EEUU, la vida de Jean Seberg cambió para siempre cuando, siendo estudiante de la Universidad de Iowa, fue ser elegida por Otto Preminger para dar vida a Juana de Arco entre más de 18.000 aspirantes.
A partir de entonces daría inicio a una fulgurante carrera que rápidamente le llevaría a Francia, donde rodará su segunda película también con Preminger, “Bonjour tristesse”, adaptación de una exitosa novela. Con su tercera película alcanzará fama mundial y pasará a ser considerada un mito viviente, entrando en la historia del cine con tan sólo 21 años gracias su papel protagonista en la primera gran obra de Jean Luc Godard, “Al final de la escapada”, innovadora película de culto que supuso el paso a la modernidad del cine francés y el pistoletazo de salida para el definitivo despegue de la Nouvelle Vague.
Parte del enorme impacto mediático del film se sostenía sobre la rompedora imagen de su protagonista, que con su pelo corto, aspecto andrógino y una actitud muy independiente respecto a los hombres estaba configurando el nuevo modelo de mujer que alumbraría la década de los sesenta.
El arrollador éxito que obtiene JLG  con su película convierte a Jean Seberg en un icono mundial del cine y de la moda gracias a su fresca y magnética presencia, lo que le llevaría a frecuentar los ambientes más selectos de la bohemia norteamericana y francesa. Se movía con soltura entre intelectuales y miembros de la izquierda radical. Pero pese a la seguridad que aparentaba y a su seductora belleza, Jean Seberg era insegura y sobretodo, muy compleja. Parecía estar necesitada de protección y por eso se refugiaba en múltiples relaciones fugaces. También tenía algo de desquiciada y poseía un perturbador lado oscuro que era acrecentado por el consumo de sustancias tóxicas. En fin, no es de extrañar que tuviera muchos amantes, y que todas sus relaciones estuviera trufadas de los mismos ingredientes: drogas, pasión desatada, locura y celos.
Con tan solo 24 años, y ya separada, nuevamente contrae matrimonio con Romain Gary, un escritor francés de origen ruso que le dobla la edad. Con él mantendrá una relación de amor caracterizada por las idas y venidas, que durará prácticamente diez años. Gary ejercerá de padre y de amante de la joven Jean Seberg. Consentirá muchos de sus affaires amorosos hasta que finalmente se separen. A pesar de todo, de las infidelidades, del tiempo pasado y de los reproches, siempre que Jean tenía problemas acudiría a refugiarse en los brazos de Gary.
Como he señalado anteriormente, era una asidua de fiestas de la izquierda chic de EEUU, con la que simpatizaba. Destacó por su radical defensa de la minoría negra estadounidense y por su apoyo tanto público como financiero a la causa del Poder Negro. En una de esas fiestas de la “Gauche Divine” conoció a Huey P. Newton, uno de los líderes de los Black Panthers grupo nacionalista negro de autodefensa considerado como terrorista por la CIA y el FBI. 
Su relación con el miembro de los Panteras le causará muchos problemas. Será vigilada y presionada por el FBI, que la consideraba una espía al servicio de una potencia extranjera y por si fuera poco,  sufrirá una vergonzosa campaña de desprestigio por parte de los sectores más reaccionarios del Hollywood de la época. Acosada por la policía y por los medios, finalmente y tras una larga temporada en los EEUU, regresará embarazada a Francia junto a su tercer marido. 
Durante su período de gestación, una sucia estrategia de difamación dirigida por el FBI se encargará de propagar el rumor de que el padre de la criatura era el líder de los Panteras Negras Huey P. Newton. Este hecho le reportaría graves problemas en una sociedad tan racista y reaccionaria como la estadounidense, muy poco acostumbrada a las relaciones interraciales y aún menos si además de negro el sujeto era comunista y revolucionario. Finalmente dará a luz en Francia una niña blanca, de nombre Nina, fruto de su relación con el escritor mexicano Carlos Fuentes. Pero tristemente la niña  fallecerá a los dos días de nacer y ésta tragedia la dejará muy tocada. Tras el funeral de Nina, durante el cual la niña será exhibida en un féretro transparente para que todos pudieran ver que la criatura era blanca, cayó en una profunda depresión de la que apenas se recuperaría, pasando los últimos años de su vida navegando entre una deriva de películas de baja calidad, psiquiátricos, intentos de suicidio, barbitúricos y alcohol. 
Huyendo de todo y de todos, para acallar su dolor se refugió nuevamente en la efímera felicidad que concede la heroína. 
Todo indicaba que acababa de iniciar una carrera hacia el abismo. Así fue. La continua espiral de depresión, alcohol y drogas en la que había caído le condujo a una locura autodestructiva que duraría varios años. Así hasta que el fatídico desenlace terminó por llegar. De este modo en 1979, tras varios días desaparecida, su cuerpo apareció sin vida en el interior de su coche en un suburbio parisino.  La encontraron envuelta en un poncho, con quemaduras de cigarrillos en su cuerpo y una nota de suicidio a sus pies. Sólo tenía 40 años. No era la primera vez que lo intentaba, una semana antes había intentado arrojarse a las vías del metro de París, siendo salvada in extremis por un pasajero.
La autopsia realizada a su cadáver determinó que una sobredosis de barbitúricos había terminado con su vida.
Descansa enterrada en el cementerio de Montparnasse de París. 
A los 16 meses de la muerte de Jean Seberg se suicidó su ex-marido y principal apoyo en los momentos duros, el escritor Romain Gary.
En la vida de Jean Seberg todo ocurrió muy deprisa, fue como estrella fugaz que brilla intensamente durante un breve lapso de tiempo para luego apagarse en la eternidad. Pero todos los que han sido testigos del fulgor que una estrella desprende a su paso tardan en olvidarla.

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